La Confederación General del Trabajo (CGT) realizó una movilización que mostró cierto cumplimiento reglamentario, pero con una asistencia que no alcanzó las expectativas previstas. A pesar de esto, la marcha se desarrolló en un clima de aparente tranquilidad, con gestos de conciliación hacia el gobierno que sorprendieron a algunos.

El escenario político actual, las tensiones internas y las dificultades económicas son factores que podrían haber influido en la concurrencia menor de lo esperado. Sin embargo, los líderes de la CGT parecieron mantener una postura de apoyo tácito al gobierno, a pesar de las críticas y demandas planteadas.

La marcha, a pesar de su menor asistencia, es un termómetro que marca el estado de ánimo de la clase trabajadora y su relación con el gobierno actual. Los signos de apoyo y crítica, aunque moderados, son indicativos de un equilibrio delicado que se busca mantener en el seno del movimiento obrero.

En resumen, la CGT, a pesar de las dificultades y las tensiones, parece estar buscando una vía de diálogo y entendimiento con el gobierno, apuntando a una resolución pacífica y dialogada de los conflictos laborales.