Los gatos son famosos por su desdén hacia el agua, una conducta que ha dejado perplejos tanto a los dueños de mascotas como a los científicos durante siglos. A pesar de la percepción común, no todos los gatos detestan el agua. Sin embargo, la mayoría parece tener una fuerte aversión a la misma. ¿Por qué es esto?

Los expertos sugieren que puede ser una cuestión de evolución. Los ancestros de los gatos domésticos eran criaturas del desierto, por lo que no estaban acostumbrados a grandes masas de agua. Además, los gatos tienen un pelaje que retiene el agua, lo que puede hacer que se sientan incómodos o incluso amenazados cuando están mojados.

Además, la historia también juega un papel en esta aversión. En muchas culturas, los gatos se asocian con la magia y la superstición, y se cree que temen al agua porque puede lavar sus poderes mágicos. Aunque estas creencias son obviamente falsas, han contribuido a la percepción de que los gatos detestan el agua.

Finalmente, la experiencia personal de un gato también puede influir en su reacción al agua. Los gatos que no han tenido experiencias negativas con el agua cuando son jóvenes pueden ser más propensos a tolerarla en la adultez. Por lo tanto, no es un misterio completamente irresoluble, pero sí una interesante mezcla de factores evolutivos, históricos y personales.