¿Cómo construir en los niños y los jóvenes la responsabilidad emocional del uso del dinero?
Hablar de dinero en el ámbito escolar y familiar es un tema tabú. Tampoco está pensado desde los contenidos escolares.
Hablar de dinero en el ámbito escolar y familiar no sólo es tema socialmente tabú, sino que tampoco está pensado desde el currículo escolar. Como si el dinero fuese por un carril y la escuela por otro completamente opuesto, el lugar que nos forma como profesionales y ciudadanos del futuro “no habla de dinero”. Muchas veces pregunto a los alumnos que asisten al taller de finanzas, ¿Cuál es el motivo por el cual van a la escuela? Y responden: "vamos al colegio para aprender y tener un buen trabajo el día de mañana". En todo el recorrido académico, desde la primaria hasta la universidad, no se habla de dinero y justamente el mundo real y el mundo laboral permanentemente está atravesado por el dinero. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos vivimos con transacciones económicas. Como docentes, nuestros alumnos no reciben capacitación sobre la gestión emocional al momento de utilizarlo. Desde una compra necesaria como la alimentación, en la cual la industria alimenticia nos ofrece desde comidas saludables hasta un fast food. En esos momentos, ¿somos responsables emocionalmente al seleccionar qué comprar para alimentarnos? ¿y en comprender cómo impacta nuestra alimentación en el bienestar emocional y físico? Claramente, no nos hacemos esas preguntas como familia; ni desde la escuela se forma a los alumnos sobre la responsabilidad alimenticia, emocional ni financiera. ¿Qué compramos cuando compramos? y ¿Para qué lo compramos? Estas preguntas son las que hago en el taller de finanzas para jóvenes y niños que comencé a dar con la ayuda de mi hijo de 11 años este 2024. Me permito autoreferenciarme y contar esta anécdota sobre la responsabilidad emocional en el uso del dinero. Estábamos de vacaciones en San Martín de los Andes y le dije a mi hijo que podía comprarse un juguete por $50.000 en concepto de regalo para el día del niño. Luego de unos minutos en la juguetería, me pide chequear el valor del mismo en tiendas online y los encuentra a mitad de precio. Decide hacer la compra por ese medio y no en la juguetería (demoraba una semana en llegar, pero pudo comprar dos). Con su suave voz de un niño de 9 años, pero con absoluta seguridad, me dice: "¡Mamá! me enseñaste a controlar mi ansiedad con las compras, a ser inteligente y responsable emocionalmente en el uso del dinero. Prefiero esperar y tener dos juguetes, en vez de comprarlo ahora y tener sólo uno". En ese momento entendí que se había graduado y estábamos en buen camino hacia la construcción de su desarrollo en la inteligencia emocional en el uso del dinero. Desde esta experiencia vivida, surge la urgente necesidad como mamá y docente de hablar cotidianamente sobre la responsabilidad en el uso del dinero. Quiero aclarar en este concepto que no me refiero a la escasez ni a la avaricia, sino en el equilibrio justo para poder ayudar a nuestro hijo a entender la importancia de saber usar de modo responsable el dinero, que es lo que me toca en este taller, pero todo en la vida debe ser equilibrado pasando por la alimentación y las emociones (los extremos no son buenos compañeros). Muchas veces nos sucede que nuestros hijos nos piden comprar algo, que en ese momento no podemos, y desde la escasez decimos “no tengo dinero para comprarlo”. En otros casos, aunque podamos, consideramos que no debemos comprar de inmediato algo que ellos deseen. La propuesta de estos talleres es que exista un trabajo en equipo y familiar para poder dar herramientas al niño de modo tal que pueda comprarse ese juguete que tanto desea. Podemos asignar tareas desde colaborar con los quehaceres de la casa, hasta construir pequeños emprendimientos, vender pizzas en el barrio, pasear mascotas, vender artesanías o lo que el niño tenga facilidad para hacer. La pregunta del millón es ¿Debe o puede la escuela participar en este tipo de actividades? Si enviamos a nuestros hijos al colegio, para que en el fututo tengan una buena salida laboral (culturalmente está instalado de esta manera), ¿no sería mejor entonces enviar a nuestros hijos a la escuela para que sean emprendedores o autogestivos? Entonces soy una convencida de que la escuela debe tener la responsabilidad social de enseñar desde el jardín de infantes estas tres herramientas: gestión de las emociones, cuidar mi alimentación y mi cuerpo, y ser responsables financieramente en el uso del dinero. Si desde pequeño enseñamos a ser “responsables emocionalmente en el uso del dinero” construiremos una sociedad más evolucionada y más estable económicamente.
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